Con la duración de tres dulces estaciones, el improbable romance entre las dos criaturas de las «profundidades del pasado, cuando los animales hablaban» sobrevive a las críticas sociales, a la diferencia de edades de los dos amantes y a las diferencias de carácter entre ambos, para al fin tropezar en la cruel y ¿natural? evidencia, escondida por la pasión inicial, de que «una golondrina no puede, jamás, casarse con un gato».

El enredo, entretanto, no se agota en el amor entre el gato manchado y la delicada ave migratoria, que acaba por ser una historia dentro de otra historia. De hecho, la pasión entre los dos animales es, al final, una historia que la Mañana contó al Tiempo, después de haber oído de boca del Viento, perdido de amores por la Mañana.